miércoles, 3 de septiembre de 2014

El laberinto polarizado de los reformistas y los sectarios



Últimamente observo una polarización en los movimientos sociales y en la izquierda (Así en abstracto y sin contar al PSOE ni a IU, los primeros por no ser izquierda en absoluto, y los segundos por llevar tiempo en las instituciones y estar asentados en ellas, por lo que no están sujetos a ese fenómeno llamémoslo de la "neopolítica" de la gente que la está descubriendo ahora con la crisis) que no sé es fruto de mi imaginación o si es que realmente está ocurriendo:

El m-l no es una religión
Por una parte están los que creen que la hoz y el martillo debe estar dibujada en todas partes necesariamente, tienen la cara de Stalin tatuada en el pecho, escuchan a Pablo Hasél (Y similares) muchas veces al día, pertenecen a grupos políticos totalmente alejados de la gente y desde su torre de marfil ordenan a las masas lo que deben hacer sin que las masas sepan ni que existen ni ellos ni sus partidos políticos. A pesar de pasarse el día hablando de marxismo, realmente no han entendido de él nada más allá del folclore comunista generado por experiencias pasadas y todo les parece de un reformismo tan extremo que debe ser considerado enemigo a combatir basándose en que una vez Lenin dijo no se qué o porque tal cita de Stalin dice que no sé cuánto, sin hacer mucho más análisis.

La papeleta mágica que todo lo puede
Por otra parte están otros, la mayoría, que ven en Podemos una especie de varita mágica con su mesías Pablo Iglesias a la cabeza. Les votaron en las Europeas, celebraron los cinco escaños de junio, hoy están muy enfadados porque no dejaron hablar a Podemos en su escaño sin tener en cuenta qué clase de institución es esa y a qué poderes responde, no han cuestionado en ningún momento porqué Pablo Iglesias sale tanto en la tele sin tener en cuenta tampoco a qué responden los medios de comunicación o porqué Podemos nació en Enero y en Junio ya estaban en el Parlamento Europeo. No tienen en cuenta absolutamente nada de nada, todo lo que tenga que ver con marxismo en cualquiera de sus formas más clásicas les parece antiguo y prescindible (Aunque en sus discurso hay necesariamente montones de rasgos marxistas sin que se den ni cuenta a veces), y que son la ingenuidad hecha carne, porque nada de esto es nuevo en realidad, ya que el reformismo lleva inventado mucho más que el tiempo que lleva Podemos existiendo.

Y en medio estamos algunos que ni una cosa nos convence ni la otra, pero desgraciadamente para mí al menos, no somos mayoría en absoluto. La moda del interés repentino por la política, que como todas las modas son absolutamente volátiles, intercambiables por otras que saldrán después y sin demasiadas raíces que la sustenten, ha creado estos dos tipos de monstruos que pueden llegar a enervar, porque si hablas con el primer tipo de espécimen llegas a la conclusión de que jamás va a lograr fundirse con las masas hasta el punto de que contando con ellos pueda surgir una organización revolucionaria que dirija un proceso revolucionario que merezca llamarse como tal. Y hablando con el segundo tipo, llegas a la conclusión de que en ellos sí que hay potencial, pero tienen el problema de que están vacunados contra el marxismo y lo único que podrías sacar de ellos es que te votaran a ti en lugar de a otro si lograras parecer lo suficientemente “decente”, porque de base lo que hay es un reformismo tan radical, que realmente se hace complicado imaginarme de qué manera todo ese potencial podría llegar a buen puerto más allá de la quimera de ganar unas elecciones burguesas. Paradójicamente el exceso de rechazo al sectarismo, crea un nuevo tipo de sectarismo de la misma forma que el exceso de asamblearismo crea una cúpula encubierta que hace más antidemocráticos los procesos. Todo en exceso puede ser un veneno, que decía Paracelso.

El Consejero de Gas Natural y el Diputado vitalicio en 1982

Probablemente mi reflexión parezca algo contradictoria, porque hablando de uno parece que soy del otro y hablando del segundo parece que soy del primero, pero no soy ni de uno ni de otro. Me considero marxista-leninista y dentro de las pocas convicciones inamovibles que tengo, está la de que ni la deformación del marxismo en pos del ultraizquierdismo, ni en pos del reformismo son útiles a largo plazo. La primera es inútil desde el minuto 1, y la segunda es inútil desde el minuto 0, pero parece relativamente útil y un mal menor, hasta que 40 años después se le empieza a caer la careta, como le está pasando a los muchachos de la chaqueta de pana del PSOE, que hoy casi se confunden con los post-franquistas del PP, pero que en el 82 iban a cambiarlo todo de arriba a abajo, engañando a muchos millones de votantes y sin tener ninguna intención de crear poder popular, que al final es la única llave para lograr cosas, y esa llave no se encuentra ni en las plegarias irracionales a Stalin, ni a Pablo Iglesias. Se encuentra en el trabajo de base, que hoy por hoy cada día es más penoso de realizar, porque siempre hay algún listo por medio que quiere terminar llevando todo ese trabajo a las urnas, ya sea con un logo en la papeleta o con la cara del líder, razón por la que muchos de los movimientos sociales del Estado Español están siendo abducidos poco a poco por ciertas marcas electorales.

¿No es posible militar en organizaciones políticas, sindicales o movimientos sociales sin tener que aspirar a introducirlas en indigestas ‘sopas unitarias’ de cara a unas elecciones o a manifestaciones-show sin demasiada continuidad como la del 22-M, o sin limitarse a vivir enfadados porque las masas no asumen ciertas cosas en 5 minutos? Parece que no. Cada vez que un comunista hace un intento de ese duro trabajo de base, un reformista sale en la televisión diciendo barbaridades contra el marxismo, y un militante del Partido Comunista Mejor del Mundo Mundial cuelga en su facebook una foto de Kim Jong Un diciendo que eso y nada más es el comunismo. Doble daño. Parece imposible no repetir errores del pasado aprendiendo de ellos y de las experiencias pasadas, las cuales no hay que repetir, sino apoyarse en ellas para no caer en las trampas que las burguesía nos pone por medio para no perder sus privilegios.

El laberinto de la salida del capitalismo cada vez se relía más. Como dicen los Nashari Sound, hay días que dan ganas de saltar del tren.

... y mejor ni hablar de la cuestión nacional andaluza, que si no el artículo podría llegar a convertirse en un libro.

1 comentario:

  1. Qué hay camarada,

    Estoy esencialmente de acuerdo con lo que planteas en el documento. Ahora mismo, lo que se conoce comúnmente como "la izquierda" tiene dos caras. Por una parte, en su aspecto más "revolucionario", los comunistas dogmáticos; y, por otra parte, en su aspecto más reformista, los Podemos y demás organizaciones reformistas.

    Pero, aunque las dos caras conserven rasgos distintivos, tienen algo en común que las identifica: ambas rechazan el marxismo. La una (los comunistas dogmáticos) porque no entienden el marxismo como lo que es: un método de interpretación y transformación de la realidad, en vez de un conjunto de frases y palabrería barata que nos legan los errores del pasado. La otra (los reformistas) porque ni de lejos aceptan, en su mayoría, el más mínimo y serio debate sobre el marxismo.

    En el artículo hablas de “crear Poder popular” y yo estoy de acuerdo. Pero es que resulta que el PCE también lo está, y también el PCPE, el PCOE... Entonces ¿cuál es el problema?. El problema, evidentemente, no pasa por el “qué”, pues todas las organizaciones comunistas dicen querer crear Poder popular, socialismo, revolución... El problema, que muchos parecen no ver, es el “cómo”.

    El PCE quiere crear Poder popular, ¿cómo?, por las urnas y la reforma.

    El PCPE quiere crear Poder popular, ¿cómo? , con los CUO, fundamentalmente.

    El PCOE quiere crear Poder popular, ¿cómo?, con el FUP, fundamentalmente.

    Mi pregunta es pues: vale, Revolución, ¿pero cómo hacemos eso?. Más concretamente, la Revolución la hacen las masas, pero las encabeza el Partido. ¿Hay Partido? y, si hay, ¿cuál es a tu parecer? y, sino hay, ¿habrá que construirlo, no?.

    Un saludo camarada, nos vemos por Córdoba ^^

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