El pasado sábado en la Plaza de la Corredera, pude asistir al mitin que Podemos
daba en el arranque de la campaña electoral para las próximas elecciones
andaluzas. Un paseo iniciado sin una intención clara, terminó de una manera un
tanto inesperada en esta plaza de mi hermosa ciudad de Córdoba. Esa misma tarde
me enteré de tal evento, y curiosos, un grupo de amigos decidimos acercarnos a
ver qué tenía que decir Teresa Rodríguez. Al enterarnos in extremis, no pudimos llegar a tiempo de escuchar la
intervención del cabeza de lista por Córdoba David Moscoso ni la del miembro de
la dirección estatal de Podemos Iñigo Errejón, por lo que quienes fuimos,
supusimos que o bien habíamos llegado demasiado tarde, haciendo de la visita a
“La Corre” algo estéril, o bien habíamos llegado convenientemente al plato
fuerte del acto. Por suerte Teresa Rodríguez intervendría en tercer lugar.
Antes de referirme a las palabras de la candidata de Podemos
a la Presidencia de Andalucía, cabe señalar una puesta en escena del mitin
austera. Sin elementos ostentosos, pero sin apariencias que fuerzan una falsa
imagen de cercanía, como los nuevos actos del PP o del PSOE, que creen que por
poner al público en círculo alrededor de un profesional de la política con horas
de coaching a las espaldas, sin atril y con un micrófono inalámbrico enganchado
a la oreja haciendo un monólogo dicharachero convencen a alguien. Había un
escenario, un atril con su micrófono, un equipo de sonido y un cartel grande
con el lema de la campaña. No hace falta más.
Bueno, una cosa sí que faltaba. Una bandera de Andalucía,
que Rodríguez llevaba en la mano al irrumpir en el escenario para dar el mitin
entre aplausos y que enganchó en el atril antes de comenzar a hablar. El
discurso en sí mismo no deja de ser una larga lista de verdades incontestables
salvo para alguien que viva muy alejado del mundo real. Aludir al paro
descomunal, a la alta tasa de emigración juvenil, al deterioro de sanidad,
educación y otros Derechos Humanos que deben ser protegidos por las
instituciones públicas, y a otra decena más de indicadores que muestran el
desolador panorama actual que existe en Andalucía, unidos a otros más generales
como la existencia de una deuda de los bancos que no tenemos ninguna obligación
de pagar o la necesidad de obedecer ciegamente a los mercados por parte de los
gobiernos actuales, no se puede decir que sea haber encontrado el Santo Grial
precisamente, por ser realidades descarnadas que sufrimos a diario.
Pero sí que intuí estar oyendo a una lideresa política con
la mente puesta en Andalucía como un sujeto específico y no como pieza de quita
y pon de un puzle mayor cuando hizo referencia a otra verdad incontestable que
se une a las anteriormente citadas, que es la traición a la Autonomía. Ahí sí
está el Santo Grial, porque es la eterna causa que siempre se esconde y que hay
que iluminar con más fuerza que nunca para que se vea bien. Textualmente Teresa
Rodríguez dijo una frase muy significativa; “Los últimos gobiernos, son
gobiernos de sequía y no se acuerdan de la bandera blanca y verde que el pueblo
andaluz enarboló en un palo de escoba hace 30 años”. Cayendo en la tentación de
contraponer esta frase con otra de Iñigo Errejón pronunciada en la intervención
anterior del mismo acto, que rezaba que; “Aquí en Andalucía, como en los
mejores momentos, puede comenzar a desbloquearse la política española”, hay
algo que no me cuadra.
La primera es muy cierta. De hecho, la última legislatura en
la Junta de Andalucía lo ha puesto de manifiesto claramente. El Gobierno de
PSOE e IU, después de un pacto de gobierno basado en la argumentación de la
necesidad de parar a la derecha (sic), se han quejado sistemáticamente de la
poca maniobrabilidad de la que han dispuesto a la hora de legislar a favor de
la mayoría de andaluces y andaluzas. Sobre todo IU, que parecían ser quienes
tenían al menos una poquita de intención de hacerlo y que sin conseguirlo,
mantuvieron esa absurdez política 4 años casi enteros estérilmente. Es la
traición abierta y desvergonzada del PSOE a Andalucía respecto a nuestra
Autonomía el elemento estrella de que ese autogobierno por el que se luchó, y
que depende del mantenimiento y profundización de Andalucía como sujeto
político lo que impide legislar al margen de gobiernos estatales reaccionarios como
el actual del PP. La falta de voluntad política actual influye, pero tratándose
del PSOE es de suponer que si hubo traición en los años posteriores a 1977, la
habrá habido en la legislatura 2011-2015, por lo que esa falta de voluntad
política es inherente a la naturaleza traidora de este partido político.
Primero no se encargaron de desarrollar los instrumentos de autogobierno, y
después no han querido usar los pocos que dejaron existir. Obviamente hablamos
de un partido que obedece a la Troika del que no cabe esperar gran cosa, pero
sí que en algún momento podría darse la existencia de un gobierno andaluz
diferente.
No me cabe duda de que incluso con un gobierno andaluz de
Podemos en solitario, cosa que es del todo improbable en estas elecciones, no
se podrían hacer milagros con la Autonomía actual. Pero sí que hay algo que se
puede hacer sin necesidad de ganar unas elecciones, aunque ganar poder
institucional sea un paso grande para lograrlo, que es recorrer la senda de la
Autonomía real, que no es otra cosa que el fomento de Andalucía como sujeto
político propio a todos los niveles, es decir, la creación de Poder Popular con
acento marcadamente andaluz sin la mente puesta en nada más necesariamente. Esa
es la Autonomía que nunca llegó, y esa y no otra es la traición del PSOE en
esta tierra. Hipotecar el empoderamiento del Pueblo Andaluz y someternos al
papel de ser el inicio de algo posterior que es lo supuestamente importante como
España y su desbloqueo, no supondrá psicológica y políticamente más que una
reedición de aquél aborto de pueblo fuerte y orgulloso de sí mismo como nación que
era la Andalucía de 1977 y que hoy sobrevive en la lucha de organizaciones como
el SAT, o en brindis al sol como la definición estéticamente apropiada pero
vacía de “Realidad nacional” en nuestro Estatuto de Autonomía.
Por todo esto, las palabras de Teresa Rodríguez me generan esperanza, y las de
Íñigo Errejón me generan justo lo contrario. Y no es ni por desconfianza, es
porque son sus palabras las que trazan la línea errónea para Andalucía que ya
anduvimos en los últimos 30 años, la de ser siempre subalternos de los
intereses de España, incluso a costa de nuestro propio bienestar (Entrar en
comparativas y en causas daría para varios artículos más, pero cabe decir que hay
estadísticas de estos últimos 30 años muy interesantes que nos hace comprobar
de qué manera Andalucía ha vivido prácticamente siempre en continua crisis,
incluso cuando parecía que el capitalismo era capaz de ofrecer un espejismo de
bienestar). Pero Rodríguez dejó claro en su discurso que es una línea que
rechaza, y en el momento en el que el Pueblo Andaluz comprenda que la mayoría
de los problemas de nuestra tierra y la imposibilidad de hacerles frente desde
las instituciones es la falta de soberanía política y que esta depende de
nosotros y nosotras mismas, pondremos las bases para evitar los engaños o los
malos caminos.
Como decía también la candidata, “os quiero vigilantes”, refiriéndose a una
evaluación constante de su desempeño como representante electa en el tiempo que
esté. Yo iría más allá demandando esa vigilancia en el cumplimiento y aumento
de la soberanía andaluza, llave para lograr un futuro mejor. Cuando el palo de
la escoba y la arbonaida se unan de una manera menos folclórica y más real, o
lo que es lo mismo, cuando el trabajo y el barrido de terratenientes y caciques
se unan con la conciencia nacional andaluza, habremos conseguido un punto muy
interesante para Andalucía.
El acto terminó con la versión oficial del Himno de
Andalucía que parte del público cantó con el puño en alto, para terminar con
otra consigna muy habitual en cualquier movilización actual, como es el “sí se
puede”. Lo que queda por vislumbrar es si conseguiremos la herramienta clave
para poder en Andalucía, como es la soberanía de nuestro pueblo y nuestro empoderamiento
para conseguirla, y no repetir los errores del pasado que esconde la concepción
de estas elecciones andaluzas como parte de un todo. Por eso espero que Teresa
Rodríguez empuñe la escoba y la arbonaida y se remangue para barrer todo lo que
sobra en Andalucía, y eso no lo va a lograr sin andar la senda correcta, porque
aunque haya quien crea que barrer es cosa de mujeres, en política quien barre
realmente, es el pueblo entero, y para ello no basta con barrer en unas elecciones solamente.
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